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lunes, 15 de diciembre de 2008

Aguere recupera la memoria con un parque para Javier Fernández Quesada

Tal día como ayer, hace 31 años, moría en las escalinatas del edificio central de la Universidad de La Laguna el estudiante grancanario Javier Fernández Quesada de un disparo de las Fuerzas de Seguridad del Estado durante la huelga general de 1977, cuando salía de una asamblea estudiantil. Fue, para la Ley de la Memoria Histórica, la última víctima mortal de la represión franquista, un año antes de aprobarse en referéndum la Constitución Española.
Ayer, La Laguna recuperó la memoria y, en tan sencillo como emotivo acto, descubrió un monolito con la efigie de Fernández Quesada, quien desde ahora da nombre al conocido como Parque de los Dragos, muy cerca, por cierto, del lugar donde, a sus 21 años, este estudiante de Biológicas encontró la muerte de un balazo por la espalda.
Al homenaje, fruto de un acuerdo unánime del pleno del Ayuntamiento de La Laguna, asistieron familiares de Fernández Quesada: su madre Dolores, su hermano Luis y su sobrino Javier Fernández, quienes siguieron el acto con la entereza que confieren 31 años de lucha contra el dolor de la pérdida de un ser querido y por que se castigara a los responsables, aspecto que no fue esclarecido ni en la investigación judicial ni en la parlamentaria, al darse por sobreseído el asunto.
Con gesto emocionado, el alcalde de La Laguna, Fernando Clavijo, afirmó ante los 150 asistentes al acto que "hace más de tres décadas que el recuerdo de Javier nos duele, como ejemplo de la sinrazón que nunca se ha de volver a repetir". "Esta familia merece que se recuerde esa parte de su historia, esa semilla que fue su hijo y que no pudo germinar en todo su esplendor", prosiguió Clavijo, quien añadió que, "como todas las familias de hombres y mujeres muertos por sus ideales, merecen que se restituya al menos una parte de su memoria". A juicio del alcalde, con el monolito que lleva la imagen del estudiante grancanario, "el pueblo de San Cristóbal de La Laguna quiere hoy honrarlos y devolverles, al menos, algo de la deuda contraída con ellos por lo injusto de esa muerte".
"Afortunadamente", prosiguió el alcalde, "hoy en día la violencia y el exabrupto han dejado paso al diálogo y a la palabra como única arma; así, pacíficas y respetuosas, tienen que ser siempre las confrontaciones, del tipo que sean".
Concluyó el regidor municipal apelando a los valores democráticos: "La muerte de Javier debe servir para que nadie, nunca, ni en este suelo ni en ningún otro, muera por expresar o defender sus ideales;para que nuestros hijos y nietos crezcan con la paz y la tolerancia como bases de una sociedad que debe, a la fuerza, aprender de sus errores".
El regidor municipal descubrió el monolito que dará nombre al parque, acompañado de la madre del homenajeado, quien con emoción contenida dio las gracias y dijo que este parque lagunero lleno de flores le hubiera gustado mucho a su hijo.
En el homenaje intervino el periodista Daniel Millet, quien, junto al portavoz de Los Verdes-Grupo Verde, Octavio Hernández, advirtieron en su día que este caso iba a quedar excluido de la Ley de Memoria Histórica, que a raíz de entonces fue modificada para ampliar el reconocimiento a los represaliados y asesinados por el franquismo hasta el día en que asesinaron a Fernández Quesada.
Millet recordó que el parque donde a partir de ahora se honra al estudiante se encuentra a sólo 300 metros del lugar donde murió, y que el lugar elegido para el monolito en su honor le hubiera encantado a Fernández Quesada, porque le encantaban los dragos.
El periodista señaló que la familia del estudiante "no recibió en aquel momento ninguna disculpa, sino que sufrió una gran presión, porque hubo un estado de sitio en La Laguna y Santa Cruz, y en Las Palmas, que hoy sería inexplicable e imposible". "Nunca se supo oficialmente quién fue el autor del disparo", apostilló. Millet confesó que, tras investigar esta vida y esta muerte, "se acaba conociendo al personaje tanto, que ya lo considero como un hermano".
Al acto asistieron también el rector de la Universidad de La Laguna, Eduardo Domenech, así como concejales de los tres partidos políticos representados en el Ayuntamiento lagunero (CC, PSOE y PP), además de dirigentes de otras formaciones independentistas. Algunos de los asistentes ayer, que portaban la bandera de las siete estrellas verdes, participaron en las manifestaciones convocadas por organizaciones sindicales en aquella huelga general de 1977.
Entre el público apenas se vio a estudiantes actuales de la Universidad de La Laguna, ni en representación de los sindicatos estudiantiles ni a título individual. Estuvieron, eso sí, personas de la generación a la que pertenece Fernández Quesada, que hoy tendría más de 50 años y, seguramente, no habría perdido la memoria histórica.
Dolores Quesada: "Quien ordenó matar a mi hijo llevará esta muerte en su conciencia"
Familiares de Fernández Quesada, residentes en Gran Canaria, se desplazaron a La Laguna ayer para asistir al homenaje. Su madre, Dolores Quesada, con una emoción contenida, declaró a este diario al finalizar el acto que con el acto de ayer "no se hace justicia, pero sí es un reconocimiento público" a su hijo. "Gracias a La Laguna por lo que ha hecho hoy por mi hijo", dijo.
Treinta y un años después del trágico suceso, Dolores Quesada lamentó una vez más que nadie haya pagado por la muerte de Fernández Quesada, pero aseguró que "el guardia civil que lo mató cumplió órdenes de álguien, y ambos tendrán en su conciencia esta muerte; el caso es que ya mi hijo no está".
Con gran entereza -el dolor, a fuerza de prolongado, acaba refugiándose en las entrañas-, la madre del estudiante grancanario recordó que su hijo era un gran amante de la flora y la fauna -estudiaba Ciencias Biológicas- y que por ello le hubiera gustado mucho el parque que desde ayer lleva su nombre, muy cerca del campus central de la Universidad, donde cursaba la carrera. "Le gustaban todas las flores, y los dragos; aún conservo las semillas de drago que él tenía", comentó esta mujer. Con la investigación judicial sobreseída en su día, vio como la Ley de Memoria Histórica sólo extendía inicialmente sus beneficios al los fallecidos entre el 1 de enero de 1968 y el 6 de octubre de 1977, aunque finalmente, tras interesarse el Gobierno estatal por su caso, este periodo se prolongó hasta el 12 de diciembre de ese año. Fernández Quesada era reconocido así como víctima de la represión de la dictadura.

Fuente: Diario de Avisos