HORA NACIONAL CANARIA [GMT]

martes, 2 de junio de 2009

Acentejo, en la memoria

El espíritu y la memoria de la victoria de Acentejo de 1494 se mantiene prácticamente incólume en la mente colectiva del pueblo canario, que a través de sus entidades e instituciones más apegadas a la conciencia nacional rememoró ayer aquella gesta histórica guanche frente a la invasión y posterior colonización hispánicas, en un acto que ya es tradición desde 1977, año en que tuvo lugar el primer Acentejo, con un carácter político y electoral, según precisa Francisco Javier González.
El barranco de San Antonio o de Farfán congregó a centenares de personas vinculadas al movimiento independentista y patriótico guanche, en el que se reclamó la descolonización e independencia para las Islas Canarias y se tuvo palabras de recuerdo para quienes defendieron los postulados nacionales, incluso con la propia vida. Una proclama del orgullo nacional canario, en el que se recuerda "el glorioso 29 de mayo de 1494, cuando el mercenario esclavista Alonso Fernández de Lugo vio abatida su altiva cerviz en el barranco de Farfán, y con él la de sus huestes de aventureros y ex cancelados. En este mismo lugar, a lo largo de un frente de seis kilómetros, mordieron el polvo más de 2.500 esclavistas españoles y no 1.000 ó 1.500 como venían sosteniendo algunos en sus crónicas", según se recoge en el manifiesto leído de la asociación sociocultural Kebehi Benchomo.
"Ese día fue glorioso - se cita en el documento -, no sólo por la derrota de un numeroso ejército dotado del mayor armamento y tecnología de la época, sino porque los canarios dimos al mundo, una vez más, el ejemplo de lo que es la verdadera civilización, humanidad, nobleza de espíritu y auténtica moral, conceptos que siempre han estado a años luz de la doble moral practicada por la barbarie europea".
En mayo de 1977 se fundó Solidaridad Canaria. Ese año, según explica en un informe Francisco Javier González, ya hubo una conmemoración de la victoria guanche, "pero no fue en el barranco de Acentejo, sino a medias, entre La Esperanza y La Punta del Hidalgo, y no la organizó Solidaridad Canaria. El alcalde esperancero, Elías Bacallado, había encargado a Alfredo Reyes una estatua de Alonso Fernández de Lugo, para colocarla donde, según la prensa franquista de la época, el Adelantado había recobrado la esperanza -supuesto origen del nombre del lugar- al divisar barcos anclados en la bahía de Añaza cuando huía por la cumbre tras la derrota de Acentejo, monumento inaugurado en 1966 por el ministro Fraga Iribarne. En la noche del domingo 23 de mayo fue derribada la estatua y cortada la cabeza del criminal Fernández de Lugo, cabeza cortada que fue, esa misma noche, colocada en el hombro de la estatua de Zebensuí que, esculpida por Ezequiel de León, había erigido a sus expensas en la puntera Sabanda Trino Peraza de Ayala".
Como uno de los hechos relevantes de la historia de esta conmemoración se cita la convocatoria de 1983, en la que la afluencia de público sobrepasó el centenar de personas "y desde el centro Amílcar Cabral nos planteamos que aquella tenía que llegar a ser una verdadera celebración multitudinaria de forma que nuestro colonizado y transculturado pueblo -añade- adquiriera conciencia de lo que aquella epopeya significó. Así, en 1984, se celebró el que hasta la fecha ha sido el mejor y más numeroso Acentejo. La celebración, a la que concurrieron más de 1.500 personas y con importantes representaciones de compañeros de Tamarán y Titerogakat, tuvo una primera parte donde, tras la presentación del acto que hizo un destacado miembro del centro, Pantaleón Hernández, actuaron sobre el escenario cedido por el Ayuntamiento matancero los grupos folclóricos Los Sauces, de El Sauzal; Tinizara y 17 de enero, de La Matanza, y El Moral, de San Miguel de Geneto; los cantautores Andrés Molina, Alberto Cañete y Rogelio Botanz; los poetas Francisco Viñas, Isabel Medina, Tomás Chávez y Chucho Dorta (Benahuya). Luego me tocó a mí como presidente del centro, glosar la historia de la fecha y la significación del acto y tras ello, se rindió homenaje a la entonces ya casi centenaria victoriera Adela Hernández, la última alfarera del Norte de Tenerife que, con palabras sentidas, subrayó la continuidad de una línea que unía a aquellos antepasados que libraron la batalla con los que en ese momento la celebrábamos, hilo conductor de una etnia que no se pierde en el tiempo, carácter continuo que ayudó a realzar una magnífica exhibición de Lucha Canaria".
"Tras la duplicación de dos Acentejos en 1986, el centro Amílcar Cabral -puntualiza- optó por desistir de su organización, aunque no de llamar a participar en los dos sucesivos que organizó el Frepic-Awañak con asistencia que iba paulatinamente menguando. A partir de ahí, y con el acto en franca disminución de asistencia y contenidos, cogió el relevo un denominado colectivo Acentejo del tacorontero Ángel Guanche, luego entidades formadas ad-hoc y con escasos apoyos, luego Azarug y hasta ahora, con mayor o menor fortuna y siempre con voluntad".

Fuente: El Día

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